Campeones de la K League 1 con Jeonbuk Hyundai Motors

Cuando llegué a Jeonbuk Hyundai Motors a comienzos de la temporada, sabía perfectamente a qué club venía. Jeonbuk no es un equipo más: es una institución con historia, con una cultura ganadora, y con una exigencia que te obliga a estar a la altura cada día. Pero también sabía que el fútbol, por mucho prestigio que te rodee, nunca te regala nada. Lo que hemos conseguido este año —ser campeones de la K League 1 a cinco jornadas del final y con 16 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado provisional — no es fruto del destino, ni de la casualidad. Es la consecuencia directa del compromiso, la unión y la mentalidad de un grupo de personas extraordinario.

Desde el primer día, nos propusimos construir un equipo sólido, reconocible y competitivo. No se trataba solo de ganar partidos, sino de hacerlo con una identidad clara, con un fútbol valiente, con presión, ritmo e intensidad. Hubo momentos, especialmente en las primeras jornadas, donde tuvimos que ajustar muchas cosas, pero lo importante es que aprendíamos y nunca perdiamos de vista nuestro sueño.

La consistencia ha sido nuestra mejor aliada. Mantener la concentración en cada partido, fue clave. En esta liga tan competitiva, cualquiera puede complicarte la vida si te relajas. Por eso, más allá de los goles, de las estadísticas o de las rachas, me quedo con la mentalidad colectiva que hemos construido. Cada entrenamiento fue una oportunidad para mejorar. Cada error, una lección. Y cada triunfo, un impulso para seguir.

También quiero destacar la fortaleza del equipo que hemos formado. No solo hablo de los jugadores titulares, sino de todos: los que sumaron desde el banquillo, los jóvenes que se ganaron minutos con esfuerzo y los veteranos que aportaron equilibrio en los momentos difíciles. En un campeonato largo, con viajes, lesiones y fatiga, necesitas un vestuario unido, donde cada uno entienda su rol y trabaje por el bien común. Y eso es exactamente lo que tuvimos.

El cuerpo técnico merece un reconocimiento especial. Nadie ve las horas que pasamos analizando rivales, ajustando entrenamientos o buscando soluciones a los imprevistos. Su profesionalidad, su energía y su compromiso fueron fundamentales para mantener el rumbo. Lo mismo que todo el personal del club: los fisioterapeutas, los médicos, los preparadores físicos… Todos son parte esencial de este título.

Y, por supuesto, nuestra afición. Los hinchas de Jeonbuk son el alma del equipo. Verlos llenar el estadio, sentir su apoyo incluso cuando jugamos fuera, escuchar sus cánticos en los momentos en que más los necesitábamos… todo eso nos empujó a creer que nada era imposible. Este campeonato también es suyo. Les agradezco de corazón por confiar, por estar siempre, por hacernos sentir que jugábamos con doce.

Ser campeones a cinco jornadas del final no es algo que se consiga todos los años. Es un logro que habla del nivel competitivo que ha alcanzado el equipo, de su capacidad para mantener la ambición incluso cuando el objetivo parecía lejano. Pero también nos recuerda algo importante: en el fútbol, nada se detiene. Ahora disfrutamos de este momento, sí, pero también pensamos en en los nuevos retos que se avecinan con la responsabilidad de seguir honrando la camiseta de Jeonbuk con humildad y con trabajo.

Me siento orgulloso, no solo por el título, sino por cómo lo conseguimos: juntos, con disciplina, con alegría, con respeto por el juego y por nuestros rivales. Este campeonato es una recompensa al esfuerzo colectivo. Una recompensa a creer cuando pocos lo hacen, a levantarse cuando algo no sale. De mirar al compañero y saber que todos remamos en la misma dirección.

Gracias, Jeonbuk. Gracias, jugadores. Gracias, afición. Este campeonato no es mío, es nuestro. Y ojalá sea solo el comienzo de una etapa aún más brillante para este gran club.