Esta semana me entrevistaron en la sección Tactical View de La Pizarra del DT. Fue una charla muy agradable sobre fútbol en estado puro, dando mi opinión sobre temas muy interesantes y rememorando varias etapas de mi carrera como entrenador.
La importancia del balón en mis equipos
Cuando empecé a entrenar tenía una idea. Me había fijado mucho en el estilo del Chelsea, un 4-4-2 con algunas variantes. En mi primer trabajo como entrenador principal me di cuenta que no era solo la posición en la cancha sino la necesidad de crear situaciones.
Tras un tiempo, el balón pasó a ser lo más importante para mí, siempre con la intención de ir a hacer gol. No entiendo aquellos entrenadores que dicen que tienen el partido controlado sin el balón. Pueden decir que no sufrieron, pero no que controlaron el juego.
Nosotros le damos un respeto tremendo al balón, es sagrado, e intentamos crear pequeñas superioridades en toda la cancha. Dos contra uno es mejor que tres contra dos. Pero con la idea de atacar, no para mantener la posesión sin crear peligro.
El trabajo psicológico en mis equipos
Hoy por hoy, las diferencias entre los grandes equipos del mundo son mentales. Uno por uno, los jugadores de Bayern de Múnich y de Borussia Dortmund no son tan dispares en cuanto a calidad, pero unos están acostumbrados a ganarlo todo y tienen un poder mental mucho más fuerte en todos los momentos del juego. Y es eso lo que les hace estar por delante.
El trabajo psicológico es algo constante. Una frase sobre entrenadores que analicé hace poco dice que “un entrenador es bueno porque los trata a todos igual”. Mentira. Se puede decir que los respeta a todos de la misma manera, pero no tratás a Messi igual que al lateral derecho.
Siempre hay jugadores con una infancia y un entorno muy diferente a otros. Eso hace que tengas que tratarlos diferente. Unos necesitan que estés más cerca y cariñoso y otros solo necesitan las reglas.
En los entrenamientos, ¿trabajo físico o mental?
Una muy buena combinación de las dos cosas. Yo he tenido muy buenos preparadores físicos y se necesita una muy buena conexión, ya que él tiene que entender tus espacios y el entrenador los suyos.
Hoy en día la preparación física ha crecido muchísimo a todos los niveles. Los jugadores son atletas. Cuando yo jugaba al fútbol no hacíamos pesas, no íbamos al gimnasio… aún tengo los brazos chiquitos.
Mis entrenamientos duran una hora y media, igual que los partidos. Son muy intensos, porque yo quiero que mis jugadores se acostumbren a estar una hora y media activos al máximo. Y eso también es un entrenamiento mental para el partido del fin de semana.
Cuando Braithwaite vino a hablarme al despacho
Esa iniciativa del jugador me pareció espectacular. No me había pasado casi nunca. Braithwaite tiene una características muy particulares: a él le gusta hacer desmarques a la espalda de la defensa en diagonal. Por eso necesita que los jugadores del mediocampo levanten la cabeza y le busquen.
Nosotros no teníamos jugadores cercanos a él con estas características, los teníamos más atrás y eso hacía difícil que llegara ese balón. Él vino y me dijo que estaba tirando desmarques buenos pero que no recibía los pases y tenía razón. Después de comentarlo y mirar videos le pedí que hablara con un jugador cercano a él (Lukas Lerager), que también era danés y creía que podían establecer esa conexión. Y lo lograron. Había situaciones en las que Lukas sabía que Braithwaite haría el desmarque y ya le pasaba el balón sin mirar.
Gracias al acercamiento del jugador, él entendió los porqués, yo le di alguna de las soluciones y le animé a tener pequeñas sociedades, que le permitieron rendir mucho mejor.
¿Lo colectivo por encima de lo individual?
Los que piensan que solo a través de lo colectivo se puede ganar están equivocados. El mismo Guardiola, que es quien lo hace más, también te explica que sin los jugadores de banda que hacen la diferencia no ganaría.
Soy un enamorado del distinto. Un entrenador completamente distinto como el Cholo Simeone ganó la Liga cuando todo el mundo quería jugar como Guardiola. Y eso demuestra que se puede jugar de otra forma. Y que no se me malinterprete, yo no me perdía ni un partido del Barça de Guardiola, me encantaba, pero había otros métodos.
A mi segundo le encantan los jugadores que se parten la cara, corren, se tiran al suelo… y yo sé que hay jugadores que tienen que hacer la diferencia para ganar. Nosotros teníamos a Malcom, con una zurda exquisita, y teníamos que generarle situaciones a él. Malcom parecía mi hijo predilecto, porque lo necesitaba. Cuando jugaba por mi banda, siempre le intentaba ayudar.